Historia de Iván Alonso Algil: Ojo a los Toros del nieto de Pepe «El Rubio»

Iván ha entrado por méritos propios en el mundo del vino en el espectro de los Toros de corte moderno. Es un buen ejemplo de vigneron que, traducido al toresano, quiere decir que es un hijo de la tierra, un viticultor convencido que elabora con las uvas de las cepas que plantaron los suyos y siguen en los mismos suelos de arcillas, arenas y cantos rodados que, toda la vida, han formado parte del paisaje cultural de su pueblo.

Sus manos las labran, podan, vendimian y trasiegan en la bodega entre las barricas. Iván es uno de esos jóvenes que nacieron al inicio de los ochenta en una tierra de viña y vino. Precisamente esas raíces, lejos de separarle, le han ligado hasta el extremo de iniciar en solitario un proyecto de vida y bodega cultivando sus propias viñas y elaborando vinos con Denominación de Origen Toro en su pueblo, San Román de Hornija.

Iván Alonso Gil, de ahí “Algil”, el nombre del vino y de la bodega, tiene unos cuantos apellidos sanromaniegos y lleva con orgullo ser nieto de Pepe “El Rubio”. Sus viñas son la mejor herencia, pues muchas son de tiempos de sus abuelos.

Pero el camino no ha sido fácil, a pesar de haber convivido toda la vida con las vendimias, las podas y la labor en los majuelos.

Estudió ADE, pero su intención fue siempre la del vino. Pasó una década trabajando en bodegas de prestigio sin salir de su pueblo. Discípulo de Ausás en los primeros años de Pintia. Un periodo que aprovechó bien y alternó con cursos de viticultura, catas, sumillería y cultura del vino. Con esa mochila cargada de sueños, conocimientos, trabajo y raíces familiares, en 2017 decidió que había llegado el momento de elaborar su propio vino, su Toro, y trasladar a las etiquetas la esencia de los majuelos heredados.

Y así nacieron los “Algiles” en una bodega de corta producción que él mismo gestiona y trabaja en solitario, salvo en momentos de vendimia y podas. Trasiegos, embotellado, procesos de fermentación, envejecimiento de los vinos, salir a vender y acudir a las ferias. En cada botella de vino hay detrás un caudal de esfuerzos.

Tiene el corazón partido entre las viñas de San Román de Hornija, Las Quemadas, La Majada, La Mangas y las moralinas del Manjano, la Hoyada y Barrero Blanco. Todas ellas son cepas de vaso, las más jóvenes de unos 30 años, y el resto pasan de los 50 años, salvo un majuelo centenario que ya tiene su destino en los próximos vinos de parcela.

Por ahora, sus tintos son Algil crianza, expresión y garnacha. En un futuro inmediato saldrán los blancos de malvasía castellana y los tintos selectivos de una sola parcela.

Iván fue el que se abrió paso primero en la DO con un varietal de garnacha. Y a pesar de contar con 18 hectáreas de viñedo, 12 en Morales de Toro y 6 en San Román de Hornija, todavía no transforma toda su producción y mantiene sus compromisos de uva con bodegas de la DO Toro.

Por el momento, comparte lagar en su pueblo a la espera de construir su propia bodega. Comercializa en torno a las 20.000 botellas. Iván tomó buena nota en sus años de aprendizaje y maneja con criterio los tiempos de maduración en el envero, los rendimientos en sus viñas y los procesos de fermentación, incluyendo malolácticas en barrica. Cuenta con un parque de 80 barricas con edades medias de tres y cuatro años, lo que le garantiza un menor castigo del roble a sus tintos.

Asegura que es de los primeros que vendimian y aún así sus tintos, sin perder grado, logran una frescura que ya aflora en la mesa de cata. Iván Alonso Gil ya está en la pista de despegue. Ojo con él. Sus vinos dan la talla y con apenas unas pocas añadas ya reciben el aplauso de consumidores y profesionales.

Larga vida a este sanromaniego convencido.

El nieto de Pepe “El Rubio”.

*Nota de prensa escrita por Javier Pérez Andrés

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